La iglesia de los Padres Franciscanos, en Avilés, es el edificio más antiguo de la ciudad. Es conocida como la iglesia de los tres nombres. Originariamente, cuando se construyó entre los siglos XII y XIII, llevó el nombre de iglesia de San Nicolás de Bari, patrono de marineros y comerciantes.
Posteriormente, con la llegada de la comunidad franciscana, en 1919, tomó el nombre de iglesia de los Padres Franciscanos. Hasta el año 2013, que la comunidad religiosa, ya muy mermada, abandonó la ciudad de Avilés. Desde entonces oficialmente es la iglesia de San Antonio de Padua.
Este edificio de origen románico es una de las joyas del patrimonio avilesino. Es la única iglesia que se sabe que existió durante el periodo medieval en el interior de la muralla.
Está enclavada en un lugar con enorme potencial arqueológico, en unas excavaciones realizadas en la Capilla de Las Alas, se descubrieron restos de un edificio anterior y evidencias de enterramientos.
El visitante que contemple el edificio, tiene que imaginar cómo sería en su origen, ya que los diferentes añadidos han cambiado la estructura del templo.
Los historiadores apuntan que cuando se construyó tendría una única nave y cubierta de madera. De ese momento inicial sólo se conserva la portada occidental, situada a los pies del templo, y el muro del imafronte, es decir, la fachada.
La portada es, quizá, lo más característico de esta iglesia. Abocinada o con forma cónica, al estilo de la época románica. Tiene los arcos de medio punto apoyados sobre seis columnas, tres a cada lado, y está protegida por un tejaroz o tejadillo.
Se conserva abundante ornamentación en los capiteles, molduras, canecillos y metopas del estilo románico. Destacan:
La evolución histórico artística de la iglesia de los Padres Franciscanos fue transformando el aspecto original. Se añadieron capillas góticas y barrocas, así como una sacristía, y se transformó el sistema de cubiertas.
El edificio aún conserva varias capillas funerarias construidas durante la época gótica por el maestro ovetense Fernán Rodríguez de Borceros.
A mediados del siglo XVII, el párroco decidió reparar el templo, que se encontraba en malas condiciones, y se reemplazó la cubierta de madera por la bóveda de crucería. La cabecera pasó a ser de planta poligonal y se colocó un coro elevado a los pies.
La iglesia de los Padres Franciscanos tiene la singularidad de acoger el sepulcro del almirante y conquistador avilesino, Pedro Menéndez de Avilés.
Tal y como dejó escrito en su testamento, la urna con los restos mortales del fundador de San Agustín de La Florida, primera ciudad de los Estados Unidos de América, puede verse en uno de los muros laterales del templo.
El sepulcro de Pedro Menéndez, fue una obra realizada en marmol en el año 1924, por el escultor valenciano M. Garcí-González. Se encuentra situado en el muro izquierdo del presbiterio.
La iglesia está abierta para el culto prácticamente durante todo el día, así que se puede fácilmente acceder a su interior para contemplar las entrañas de este edificio singular que, sin duda, merece una visita. Gracias a su conservación Avilés mantiene vivo el recuerdo de la ciudad que fue.
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