Nos acercamos al final de las entrevistas realizadas durante el último festival Celsius 232 para recuperar la charla que tuvimos con Christopher Paolini (California, 17 de noviembre de 1983) en el Palacio de Avilés, probablemente en la que fuera una de las jornadas más calurosas de esos intensos días. Sus primeras palabras son de elogio tanto para la ciudad como para el Celsius: “Hacía como diez años que muchos autores me estaban diciendo que tenía que venir a Avilés”, asegura el americano, añadiendo que esas recomendaciones partían de gente como George R. R. Martin o Terry Brooks. Casi nada.
Referente para varias generaciones de lectores, Christopher Paolini es principalmente conocido por ser el autor de El legado, una saga de fantasía heroica que empezó a escribir cuando tenía solo quince años de edad y que le dio el reconocimiento internacional. Hoy en día y con varias novelas a sus espaldas, este escritor que tan pronto se centra en los dragones como en los viajes espaciales asegura que sería muy feliz si pudiera seguir alternando entre ambos universos durante el resto de su vida.
– Primera visita a Avilés y al festival Celsius. ¿Cuáles son sus impresiones hasta ahora?
– Pues la verdad es que me parece todo estupendo. La ciudad es preciosa, el festival es una maravilla, hay un montón de gente interesante y encantadora, así que lo estoy pasando maravillosamente. Lo único que pasa es que, al venir desde Montana, no estoy acostumbrado a este calor, así que me cuesta un poco dormir. Mis antepasados italianos se tiran de los pelos conmigo porque yo estoy ahí, sudando por la noche sin poder pegar ojo y ellos en plan: “¿Pero qué te pasa? ¡Que te vayas a dormir ya!” (risas) Pero bueno, aparte de eso la ciudad es, como he dicho, preciosísima. El festival es una maravilla.
– Una de las particularidades de este festival es la cercanía con la que se desarrolla todo, desde la organización de las charlas a las firmas de libros. No sé si esto es nuevo para usted, si tal vez está más acostumbrado a otro tipo de convenciones…
– Pues depende mucho del festival. En Estados Unidos están los festivales inmensos como el de San Diego, muy intensos y enormes, pero también hay festivales de este tipo aunque, por supuesto, no se desarrollan en ciudades tan bonitas como esta. Y además aquí tienen lugar esos momentos fantásticos en los que la gente se siente libre de interactuar con los escritores; muchas veces igual estoy sentado en una terraza y se me acercan fans a saludarme, cosa que es muy agradable. Pero vamos, que estoy encantado. De hecho, hacía como diez años que muchos autores me estaban diciendo que tenía que venir a Avilés. George R. R. Martin me lo dijo, Terry Brooks también, y muchos otros. Así que estoy contento de haber podido venir por fin.
«Hacía como diez años que muchos autores me estaban diciendo que tenía que venir a Avilés. George R. R. Martin me lo dijo, Terry Brooks también, así que estoy contento de haber podido venir por fin»
– Festivales como el Celsius demuestran claramente que el género fantástico está en auge. Desde los libros pasando por las series, tal vez esta sea una de las mejores épocas para los amantes de este tipo de géneros… ¿Cómo lo ve usted?
– Efectivamente, yo he tenido mucha suerte de escribir género fantástico en esta época. Yo creo que en gran parte este aumento en su popularidad se debe a la mejora de los efectos especiales en el medio audiovisual, sobre todo en el cine, que nos permiten mostrar cosas que realmente antes solo eran posibles en los libros. Eso ha generado una explosión de interés por el género: Harry Potter, El Señor de los Anillos, las películas de Marvel, que en el fondo son películas de fantasía… Ahora podemos ver un montón de cosas que antes no era posible mostrar, y creo que eso también ha hecho crecer el número de lectores y la percepción que se tiene de ellos. Hace unos años, ser lector de fantasía significaba estar un poco marginado de la sociedad en general y seguro que todavía hay gente que nos sigue mirando por encima del hombro, pero yo creo que es innegable que ha habido un cambio cultural respecto a los 90. La serie Stranger Things muestra muy bien que en los 80, si eras alguien que jugaba por ejemplo a Dragones y mazmorras, pues eras un empollón y un marginado; sin embargo, ahora este género ha pasado a formar parte de la cultura generalista, y en ese sentido ha habido un cambio enorme. Y también creo que cuando una obra es lo suficientemente buena acaba formando parte de la literatura en mayúsculas. El Señor de los Anillos ya hace muchos años que dio ese salto.
– Además de crear el mundo de Eragon, usted se ha pasado a la escritura de ciencia ficción con una nueva saga, el ‘Fractalverse’. ¿Cuáles diría que han sido sus principales influencias a la hora de meterse de cabeza con este nuevo género?
– Yo diría que Alien, su secuela Aliens o Terminator han sido mis principales influencias en lo que respecta a la ciencia ficción. Donde yo vivía de niño no nos llegaba la señal de la televisión, así que mis padres nos ponían una película todas las noches mientras cenábamos. Por eso, en mi niñez vi una cantidad tremenda de películas clásicas y eso, sumado a todos los libros que leía, tuvo una gran influencia en mí.
– Volviendo a los libros de Eragon: ¿Qué es lo que tienen los dragones para que, generación tras generación, nos sigan atrapando tanto a niños como a adultos?
– Yo creo que es por varios motivos: por un lado nos interesan los dragones de la misma manera que nos interesan los dinosaurios. Son criaturas grandes, con escamas, con unos dientes enormes, y eso es algo que de una manera inevitable captura nuestra imaginación. Por otro lado tienen unos rasgos que no comparte ninguna otra criatura mitológica. En todas las culturas los dragones están muy estrechamente vinculados a la creación, a la salud y a la destrucción del territorio, y eso es un peso mitológico sin par entre las criaturas. Cuando en un relato aparece un dragón todo el mundo tiene esa sensación de que va a pasar algo gordo, y por eso a nivel de escritura los dragones son un elemento muy fértil, porque además normalmente hablan, son criaturas inteligentes… Eso tiene un interés narrativo innegable y por ese motivo siempre ha habido dragones y no van a irse.
– Además, yo añadiría que representan como pocas criaturas esa idea tan universal de ‘lo monstruoso’, que a la vez causa terror y fascinación.
– Desde luego. Es algo casi primario en la historia de la humanidad. Durante cientos de miles de años vivimos rodeados de “monstruos”, así que creo que hay una respuesta muy instintiva que va a tardar muchos años en desaparecer. Yo vivo en una parte de Montana en la que si salgo a pasear por el bosque sé que hay osos grizzlies y pumas que van a estar encantados de devorarme, y eso es algo que realmente pone los pelos de punta. Por eso creo que nuestra fascinación por los monstruos es muy comprensible; al final es algo que viene de nuestra necesidad de supervivencia.
«Cuando en un relato aparece un dragón todo el mundo tiene esa sensación de que va a pasar algo gordo, y por eso a nivel de escritura los dragones son un elemento muy fértil»
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