¿Desayuno o brunch? Ten en cuenta que no son lo mismo. En primer lugar, no se sirven a la misma hora (el desayuno se sirve más pronto que el brunch), generalmente no contienen los mismos tipos de alimentos ni se presentan de la misma manera, aunque ambos conceptos se popularizaron en los años 1920 y 1930, cuando comenzó a ser costumbre tomarlos en sociedad, por el auge de los cafés. El desayuno toma su nombre del hecho de que finaliza el tiempo más largo del día que estamos sin comer (que podría llamarse ayuno), mientras que el brunch procede del inglés breakfast (desayuno) y lunch (comida a mediodía).
Las características de cada uno de ellos te ayudarán a decidir cuál es el mejor para una ocasión especial. Un domingo diferente, un jueves en el que quieras empezar el día con una experiencia alternativa…
Convencionalmente, el desayuno se sirve entre las 7 y 10:30 horas y el brunch, de 11 a 15 horas, como si de un desayuno tardío se tratase. Por este motivo, la elección estará determinada por el horario en el que quieras disfrutar la experiencia de empezar el día con una buena selección de platos o con un desayuno más ligero.
El brunch es más relajado, por eso es mejor para los días de fin de semana. Por otra parte, el desayuno es más frecuente para empresas y reuniones de negocios. Por eso, en los países anglosajones, tomar el brunch los fines de semana es ya todo un clásico. Reserva y prueba el mejor brunch de Asturias en nuestro restaurante del Palacio de Avilés
Como has visto en el apartado anterior, la ocasión determina la hora en que la gente toma su comida matinal. ¿Sueles ir a tomar algo por la mañana con motivo de trabajo o en tu tiempo libre? En tu día a día, en la pausa para el café o antes de comenzar tu jornada laboral, seguramente optes por un desayuno que te aporte las fuerzas necesarias. Sin embargo, un día libre o el fin de semana es el momento perfecto para levantarse tarde y disfrutar con calma de un buen brunch.
El tipo de desayuno depende mucho de la zona y el país; pero también de la región en que esté el local. Lo más habitual en un desayuno que «no tenga nacionalidad» es que sea variado, que es lo más saludable y apetecible: un carbohidrato que puede ser cereal, pan, frutas o verduras (por ejemplo, el tomate rallado), proteínas, como un lácteo, huevos o embutido, y una bebida (café, té, infusión, etc.).
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Por su parte, en las cartas de brunch clásico incluye unos huevos Benedict (una tostada con una loncha de tocino, huevos escalfados y cubierta de salsa holandesa o bechamel), con salchichas y un bloody mary. Aunque hoy en día puedes encontrar opciones más saludables y con un toque más mediterráneo: zumo de naranja, quesos, jamón, diferentes tipos de pan, tortilla, ensalada, frutos secos, tostadas francesas o pescado fresco como el salmón ahumado suelen estar presentes.
Normalmente, la cantidad de comida es menor en el desayuno que en el brunch. Fíjate en el desayuno francés, que consiste solo en un café, una tostada o croissant y un zumo. Sin embargo, un típico brunch inglés se caracteriza por ser contundente y no pueden faltar los huevos benedictinos. La elección también dependerá de la cantidad de energía con la que quieras empezar el día.
¿Ya tienes claro cuál de los dos, desayuno o brunch, será la experiencia elegida en el Palacio de Avilés?
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